A muchos de nosotros nos gusta al menos un producto que produce el efecto de un estimulante y que eventualmente se convierte en una adicción. Estos productos incluyen estimulantes del ejercicio en forma de bebidas energéticas (vienen en latas y parecen sodas), bebidas gaseosas, tabaco, nuez de betel, café, té fuerte, ma huang (un compuesto similar a la efedrina consumido en China), y alcohol.
Antes de decirte por qué no deberíamos consumir estos productos, me gustaría ocuparme de la pregunta de por qué los consumimos en primer lugar.
Hay poca gente que no sepa que productos como estos, consumidos en exceso, pueden dañar gravemente nuestro cuerpo. Sin embargo, todavía los encontramos difíciles de resistir. La necesidad de comer comida estimulante es una simple debilidad humana que ha existido durante siglos: los humanos (y algunos animales) se han entregado a alimentos que dan una especie de “alta” activación emocional y energética. En términos clínicos, esto significa latidos cardíacos rápidos, sudoración, dilatación o constricción de las pupilas, un cálido relax en la cara y mayor sensibilidad, energía, concentración y percepción.
Esta sensación de "subidón" se apaga en poco tiempo, y nos quedamos sintiendo apáticos y “bajoneados”. Esto lleva al antojo de esa comida o bebida, para experimentar nuevamente el subidón. Una vez más. Y ahí estamos dando vueltas y vueltas en un círculo vicioso.
La fisiología de las adicciones es la siguiente:
Cuando comes un alimento adictivo, se estimulan hormonas que se encuentran ligadas al sistema nervioso, lo que desencadena una avalancha de estímulos similares a las sustancias que ya nuestro sistema nervioso produce y de ahí que experimentes un subidón. Cuando el efecto de la sustancia se agota, entras en fase baja, lo que te lleva a anhelar esa comida/bebida nuevamente.
Esta fase yo-yo de estimulación nerviosa y agotamiento conduce al patrón adictivo.
El consumo de alimentos adictivos es una de las prácticas alimentarias poco saludables más antiguas y, a pesar de ya haber una revolución en la conciencia de la salud; no se muestran signos de que esta práctica disminuya.
A continuación, se presentan algunos efectos secundarios de ciertos alimentos adictivos.
Alcohol: Erosión del estómago y el revestimiento intestinal, daño hepático,
deficiencia nutricional.
Tabaco: La erosión de las encías y la lengua, puede provocar cáncer de la mucosa bucal.
Nuez de betel: Conduce a la decoloración de los dientes, erosión del revestimiento de la boca, y cáncer bucal y tracto superior. También conduce a problemas cardíacos entre
personas que ya tienen problemas de corazón débil.
Ma huang: Contiene efedrina y provoca problemas cardíacos.
Bebidas gaseosas y energéticas: Altas dosis de cafeína, azúcar u otras sustancias como la taurina. Provocan euforia y un momentáneo shock energético. Aceleración cardiaca.
Cafeína y xantina: Se encuentran en el té, el café. Estos se vuelven dañinos solo en
dosis altas; no consumas más de 5 tazas al día.
Reacciones de mezclar con medicamentos: Personas que consumen medicamentos para el corazón, la hipertensión y el asma tienen que tener mucho cuidado con las interacciones del fármaco con alimentos o bebidas estimulantes, ya que mezclar ambos puede ser fatal. Después de años de experiencia, la mayoría de los médicos saben lo difícil que es romper las adicciones alimentarias de sus pacientes. Así que, al igual que ellos, solo puedo aconsejar un buen compromiso. Si no puedes romper con la adicción, entonces al menos te recomiendo practicar la moderación.
Autor: Hugo Lizana E.
Bibliografía: Piccinni, A. (2022) Adictos a la comida. Libsa